Vi bajar de aquel bus, que decía “Olimpia” en la parte de arriba del vidrio delantero, a Javier Flores, Juan Murillo, Alejandro Ruiz, 'TKT' Norales y así a muchos más de mis ídolos que habían salido campeones la temporada ‘86 de manera brillante.
Éramos muchos. Muchos jóvenes entre 17 y 20 años que andábamos oliendo oportunidad. Habían convocado a pruebas en el campo Marte y ahí estábamos puntuales. Cómo éramos muchos, don Juan Quartarone, técnico argentino que se estrenaba, le dio solución fácil a aquel problema que tenía.
“Miren chicos, este es un equipo profesional y ustedes son muchos, tienen que ser unos fenómenos, como Diego, por ejemplo, para tener una oportunidad y no creo que aquí haya alguno” nos dijo poniendo el ejemplo más alto de la época, para no discutir su decisión y con una sonrisa de superioridad.
Nos miramos las caras y nos reímos sin culpas sabiendo que ninguno nos parecíamos a Maradona, así que a volar bajo porque arriba hacía mucho frío.
Mi gran amigo Juan José Craniotis y yo, llegamos donde sus hermanos muy convencidos del argumento que nos habían dado, exponiéndoles la razón, que no aceptaban, porque estaban convencidos de lo contrario, pero se concluyó en una alternativa indiscutible…”a estudiar entonces”, mientras nos reíamos a carcajadas de nuestra realidad.
Pues a estudiar entonces y al año siguiente los dos, él en la U y yo en Olimpia junto a Alex debutamos sin ser Maradona pero siendo persistentes y locos ambiciosos de cumplir algunos sueños que convertimos en realidad.
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