La otra liga es la que juegan directivos y entrenadores. Esa la juegan con un micrófono, con la trascendencia del medio y las implicaciones del impacto que se buscan. Buscan sembrar una estrategia casi siempre en la línea de la queja.
La queja del árbitro, la queja del formato, la queja del calendario, la queja de la suspensiones, de los cambios de horarios, de los descansos, de las pruebas covid-19, de la sospecha de ayuda a todos “menos a nosotros”. ¡Quejas hasta el gorro!
La queja que distrae la derrota es aquella que tiene "implicaciones perversas externas” como argumento y las victorias… bueno, las victorias son fabricadas con el talento sofisticado del entrenamiento como baño de crédito autoproclamado. Cada declaración está cargada de un fastidioso contenido victimista y manipulador y con el objetivo de conseguir ventaja.
Esa es la otra liga. La que esconde el fútbol y enseña la “viveza” como virtud y nos frena en la ruta hacia una Liga mejor organizada y más competitiva. Mientras tanto, hablar del “otro” distrae la atención de lo más importante: el juego, las canchas, el balón, los horarios, el jugador, etc... Así estamos y así vamos a seguir. ¡No hay síntomas de cambio!