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La gran incógnita recorrió la mente de los olimpistas y de los fanáticos en general cuando vieron el nombre de Jorge Álvarez en la alineación de Olimpia contra Real España para la ida de la final del Apertura 2021-2022.
La calidad de Álvarez nunca ha estado en discusión, pero de repente su constancia y continuidad, por lesiones o decisiones tácticas de Pedro Troglio han condicinado su presencia en los partidos de Olimpia.
El petiso y barbudo jugador, con porte de señor, pero apenas 23 años de edad, es un artista con la pelota, su técnica sobrepasa el promedio del futbolista en Honduras, aunque le falte consistencia y regularidad, esta vez apareció siendo el Jorge Álvarez que conocemos.
Su asociación en el juego con uno de los mejores de Olimpia, José Mario Pinto, era una sincronía de fútbol que ahogó los laterales del Real España, los pintó, los puso en ridículo y fue el único capaz de resquebrajar la muralla de Buba López.
El portero aurinegro nuevamente fue figura indeleble de la Realeza, sacó su espíritu de guardián para evitar que el club aurinegro viniera con un resultado de vergüenza y con un costal de goles en el baúl.
Álvarez se sacó dos diamantes en medio del partido. Dos goles que son para iluminados, para esos que hacen encender la pirotecnia del hincha con lágrimas en los ojos. Álvarez castigó al Real España que fue un arlequín en el Nacional.
Si nos vamos al partido, un gol por tiempo que cada uno vino con magia. Primero a los 39 minutos. Se zafó bien de una marca anémica de la zaga aurinegra, se libró como Houdini del fuera de juego, encaró al mejor portero de Honduras y lo burló con una vaselina nivel premier.
Golazo de Olimpia que ponía el 1-0 que estaba en oferta, barato, sin cargos ni impuestos, no era el resultado que merecía el Real España, a esas alturas, debían ir al menos con tres abajo. Buba por enésima vez no lo permitía.
Los astros no se alinearon como Olimpia esperaba, pero el 2-0 queda como una loza pesada para la Máquina. Pero continuemos con la tarde de Álvarez.
El medio ofensivo albo no podía sacar mejor gol. Un latigazo a los 50 minutos de tiempo corrido levantó hasta el olimpista más pasivo. Pelota que quedó sobrando tras un tiro de esquina y sin buscarle las costuras, empalmó con el empeine encajando como tetris al balón para fulminar al buen Buba.
Golazo para enmarcar, para pelear por el gol del torneo, o que digo, del año. Joya que los olimpistas van a guardar en el rincón más especial de su mente.
La magia que impuso en el campo, la insistencia, su presencia en cada juego asociado de Olimpia hizo que la afición le quisiera un poco más. ‘Te amo Jorge Álvarez’ se repetía en Twitter.
Pero ¿demostrar amor? Qué mejor forma que en la cancha, en el maltratado engramillado del Nacional salió como si fuera la alfombra de los Óscar, caminando con altivez ante el estruendo y majestuoso aplauso de la congregación olimpista.
En eso se convirtió Jorge Álvarez, en el epicentro del pueblo blanco, en el más amado del Viejo León que busca con ansias ese Tetracampeonato, el segundo merengue y el primero para un solo entrenador, el Pedro Troglio que siempre confió en Jorgito. Disfrútenlo, olimpistas.
VER: Jorge Álvarez incrédulo sobre sus golazos: 'Son cosas que pasan pocas veces'
