Al Real Madrid nunca se le puede dar por muerto y menos en su competición fetiche, una Liga de Campeones en la que dejó una de esas remontadas para el recuerdo el día que Karim Benzema enseñó a su amigo Kylian Mbappé la magia del Santiago Bernabéu para superar a dos leyendas del madridismo, Alfredo di Stéfano y Raúl González.
De la exhibición de Mbappé en el Parque de los Príncipes y la primera mitad del Bernabéu, se pasó al derroche de orgullo de un Real Madrid que jamás se rindió ni con dos tantos de desventaja en una eliminatoria de octavos que se le escapaba entre un sentimiento de impotencia.
Siempre preparado para poner la firma a los goles está Benzema, autor de un triplete en 17 minutos. El tercero de su carrera en la 'Champions'. Sin duda el más importante tras lograrlo ante Malmö y Auxerre. Las esperanzas madridistas pasan por el acierto rematador del francés, que se quitó la espina de lo ocurrido en el Parque de los Príncipes, cuando reapareció sin estar al máximo tras una lesión muscular y lo acusó.
Benzema ha marcado en sus cuatro últimos partidos para que el Real Madrid dé un paso de gigante hacia el título de Liga y esté en cuartos de final de la Liga de Campeones. Estaba a dos goles de los 308 tantos de Di Stéfano en el Real Madrid y a dos de los 64 de Raúl en la Liga de Campeones. Superó a ambos tras liderar una remontada en la que retomó el papel de héroe de la última de Cristiano Ronaldo, ante el Wolfsburgo en abril de 2016. Aquella noche también se levantaron dos tantos.
EL SUFRIMIENTO DE CARVAJAL
Había quedado marcado Dani Carvajal y se quitó un peso de encima con los tres goles del triunfo. Sufrió como nunca en el marcaje ante Mbappé. En París, cometiendo un error en la última jugada que costó el gol. En el Bernabéu, con una pérdida en ataque, con su equipo adelantado y metros para correr que aprovechó el PSG. Al cuarto intento de Kylian, tras estrellarse con Thibaut Courtois en dos ocasiones y ver cómo le anulaban su primer gol, llegó el tanto que apagaba por momentos el Bernabéu.
El sufrimiento de Carvajal no cesó. Intentó arreglar su error con subidas al ataque, pero en fase defensiva no encontró la manera de frenar la velocidad de Mbappé. Fue amonestado cuando lo tuvo que agarrar con impotencia antes de ser sustituido por Lucas Vázquez por el peligro que corría de ser expulsado.
DE UNA APUESTA ARRIESGADA DE ANCELOTTI AL ACIERTO EN LOS CAMBIOS
Aseguró Carlo Ancelotti que la grandeza del partido no daba cabida a jugadores que no estuviesen al cien por cien. Sin embargo, Kroos recién recuperado de su lesión muscular y con apenas un entrenamiento con el grupo, fue el elegido por la necesidad de suplir a un especialista como Casemiro, sin sustituto natural en la plantilla.
El riesgo de la ida con Karim Benzema, lo repitió el técnico madridista en la vuelta. El resultado no fue bueno en ninguno de los dos partidos. Kroos, en su encuentro 350 con el Real Madrid, comenzó bien, pero se le vio lento con el balón, lo perdió en zonas peligrosas y acabó siendo el primer cambio del partido. La frescura física, la fortaleza de Eduardo Camavinga, fue clave para alimentar la esperanza del equipo blanco.
El bloqueo táctico del Real Madrid cuando se apagó su arreón inicial y perdió el balón lo modificó Ancelotti con retoques que fueron decisivos para la remontada. La entrada del brasileño Rodrygo en el tridente y de Camavinga en la medular ayudaron a presionar con criterio, asfixiar al rival y provocar sus graves errores que costaron goles.
LA ESPINA DE COURTOIS
Mientras Benzema se convertía en el jugador de más edad en marcar un triplete en la 'Champions', superando el registro que tenía Olivier Giroud, y mejoraba su registros ante un PSG al que solo había marcado en un partido en diez enfrenamientos, para Thibaut Courtois la victoria tuvo un sabor especial.
Nunca había tenido una alegría en su carrera ante el PSG en siete duelos, ni el día que parecía ser el salvador en el partido de ida. Tras parar un penalti a Leo Messi y ser un muro insuperable, en la última acción, en su enésimo intento, le superó Mbappé.
Fue clave al inicio del partido, sacando dos mano a mano a Kylian. Nada pudo hacer en el gol. Y cuando veía de cerca un nuevo sinsabor ante el rival que le eliminó en dos ocasiones en octavos de final cuando defendía al Chelsea, el que le había derrotado dos veces y con el que sólo empató una desde su llegada al Real Madrid, celebró a lo grande los goles de sus compañeros.
ANCELOTTI DEJA A POCHETTINO AL LÍMITE
Ganar la Liga de Campeones se ha convertido en obligación para el PSG y el técnico que asuma el reto. Con la llegada de Leo Messi y tras retener a Mbappé un año más, era el curso marcado por el club francés para dar el salto definitivo con una inversión millonaria. El partido tenía tintes definitivos para Mauricio Pochettino, que se sintió vencedor cuando quitó el balón a su rival y le castigó cuando tuvo espacios para jugar al contragolpe, pero asistió con impotencia a los errores de sus futbolistas, superados por la presión del Bernabéu y la insistencia de los jugadores madridistas.
Ancelotti lo vio perdido y tuvo que reaccionar con rapidez. Cuando solo quedaba la heroica, metió velocidad y frescura, aumentó el músculo en el centro del campo y encontró el premio desde una exhibición de pundonor y físico de sus jugadores. El Real Madrid vuelve a soñar en la competición de la que es rey con trece conquistas. EFE
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