Una derrota ante Guatemala seguida de un empate ante Nicaragua nos pone a pensar. ¿A pensar qué?
Pues a pensar que nos falta ritmo con la pelota, a pensar que nos cuesta contener la progresión del rival, a pensar que nos cuesta imponer dominio, a pensar que nos anotan antes que nosotros lo hagamos sin llegar a la remontada en ambos casos.
Pensamos que está costando descubrir un lateral derecho confiable en defensa y con proyección de ataque.
Que la organización del juego se imponga un liderazgo gerencial del medio campo. Que los que parecen buenos jugadores en sus equipos lo sean más regularmente en la Selección y que sientan que cuando visten la camiseta del equipo Nacional no crean que el partido más importante es el siguiente y no el que juegan.
Pensamos también que la planeación del partido tiene un valor sobre las competencias a futuro y es innegable y lo acepto.
Es un propósito evidente y no tenerlo en cuenta sería no contemplar el calendario de competencias y eso sí sería no trabajar dentro de un proceso que es lo que evitamos.
Me quedo preocupado del rendimiento, pero encuentro atenuantes válidas muy al margen del resultado y esperanzado el camino se enderezará, más temprano que tarde.