Parece que la primavera ha llegado al Real España. Carlos Mejía de titular y Júnior García de cambio, destacan y no pasan desapercibidos. El primero hasta por su melena rebelde y su ida y vuelta por la banda derecha y con atrevimiento y confianza con el balón.
A veces hace falta ese espíritu de aventura y no ser presa del miedo por el rival, la pena de un mal pase y hasta un mal partido. Júnior García por otro lado, no solo fue el gol, que es lo que más queda resonando por el empate que significa y en el minuto que lo anotó.
Es de esos goles que valen puntos y hasta para que la familia grabe todo lo que se dice de él. Destaca, además, su entendimiento del repliegue, su valor para disputar un balón a Arboleda y sin complejos, su salida en conducción y su cobertura defensiva.
Muy satisfecho se notaba a su técnico Ramiro Martínez tras el partido. Con una sonrisa complacida, como conociendo del banco que tiene, como demostrando la confianza de su apuesta de renovación programada, como disfrutando del efecto de cada consejo, cada indicación y cada dosis de confianza que los juveniles, como estos necesitan para mostrarse, disfrutar y convencer.
Es solo el inicio, es un partido muy particular, es la dulzura de un empate que debió ser programado como triunfo por ser locales y que casi queda en derrota, pero considerando el rival, el reinicio del fútbol tras siete meses y la esperanza de un equipo que desde el orden, plantea un futuro mejor organizado con mejor definición y menos decisiones cargadas de emoción, que es la gran traición de este equipo, que en otras épocas pintan el campo de colores mágicos, que luego se destiñen con la primera lluvia.
Solo falta seguir regando este banco de semillas, que apenas hemos visto aparecer y que broten para armar una época de éxitos, de esas, que para el Real España, son breves y que pasan cada tantas primaveras.