Una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida, agradeciendo a Dios por esta oportunidad, fue conocer uno de los museos deportivos más famosos del mundo.
El Salón de la Fama del Béisbol, ubicado en Cooperstown, a unas cuatro horas de distancia en auto al norte de la ciudad de Nueva York en los Estados Unidos.
De lo que recuerdo, es una pequeña comunidad que vive y respira béisbol. Cada restaurante o bar hay una referencia a este el rey de los deportes, mostrando 24/7 partidos de béisbol en vivo o del recuerdo por los televisores y fotos de famosos beisbolistas o comentaristas de radio y televisión que han entrado a estos lugares.
Encuentras dentro del edificio principal un salón con las placas de todos los jugadores que a través de la historia han sido designados los mejores que el juego haya visto. Los miembros incluyen leyendas que uno ha escuchado toda su vida, nombres como Babe Ruth, Joe DiMaggio, Lou Gehrig, Willie Mays, etc.
Hay un sector donde puedes ver artículos de diferentes generaciones de guantes, bates, pelotas, uniformes y botines que grandes jugadores utilizaron en su tiempo.
Hay asientos de estadios que ya no existen que han quedado como recuerdo; por ejemplo, una butaca de madera del mítico Ebbets Field de Brooklyn, donde originalmente jugaron los Dodgers de Los Ángeles.
Hay otro salón donde muestran videos cortos de juegos memorables, la evolución del juego de sus principios a la era moderna y entrevistas a grandes jugadores de diferentes épocas.
Recuerdo haber ido en el verano, donde había muchos padres visitando el lugar con sus hijos, pasando a la siguiente generación de esta manera la pasión por este deporte. Ir a Cooperstown es vivir una experiencia única, una verdadera máquina del tiempo.
Ahora, ¿Por qué recuerdo esto? Porque me encantaría ver, tocar, sentir, descubrir y vivir nuevamente la historia del deporte de mi país. Desafortunadamente no tenemos memoria, no tenemos respeto por nuestra historia. Los logros y sacrificios de muchos atletas hondureños quedan en el olvido y anonimato.
Por ejemplo, ver un museo del fútbol, que es lo que más pasión genera en Honduras, o museos particulares de los grandes equipos del país, ¿no sería genial?
Hay aficionados al fútbol de nuestro país que no saben o no conocen quienes fueron figuras importantes que ayudaron a construir la historia de los grandes equipos hondureños o de la misma Selección Nacional.
Los trofeos, libros, las camisas de futbolistas famosos, un papel con la firma de una leyenda nacional, videos y artículos de periódicos de diferentes eras para reencontrarnos con nuestra biografía futbolística.
No solo es el fútbol que tiene recuerdos, también otros deportes como la natación, voleibol, béisbol, lucha, judo, etc. han dado honor a nuestro país. Se hace más importante cuando sabemos que ha sido una lucha quijotesca por parte de los diferentes sectores deportivos para conseguir apoyo económico para realizar eventos y apoyar atletas.
En fin, una simple opinión, un simple sueño nada más.
Se que no es fácil, pero hay que dar el primer paso, por más pequeño que sea.
TE PUEDE INTERESAR: La opinión de Salvador Nasralla: 'Con estos dos años perdidos, Honduras se quedó atrás'