Con el “Presidente” Óscar Boniek García, compartimos gracias al fútbol desde que éramos niños. Éramos rivales en aquellas canchas de tierra del desaparecido complejo Bendeck de Comayagüela.
Yo jugaba para la academia del Federal y él con un club llamado Tornillos y Tuercas. Desde que vi jugar a la pelota a aquel cipote flaquito, de sonrisa eterna y con un talento descomunal, lo imaginé convirtiéndose en un jugador profesional. Y lo logró.
Con el paso de los años tuve la fortuna de entrenar y jugar a su lado y siempre fue un honor y placer hacerlo. Es que este Boniek es un crack y con los genios da gusto tirar un par de paredes en la cancha.
A él, afortunadamente el fútbol le sonrió y en mi caso tuve que tomar otro tren en el viaje por la vida. Pero en ese viaje nos volvimos a encontrar, Óscar como jugador del Olimpia, Houston Dynamo y de la Selección Nacional, yo como periodista deportivo.
El domingo tras anunciar su retiro del fútbol profesional, en lugar de ponerme triste me dio mucha alegría saber que se va cómo lo que siempre fue, un GRANDE, un genio de este juego tan hermoso.
Me hace feliz saber que logró todos sus sueños y que deja un legado imborrable. En la cancha del estadio Nacional me dijo que una de las mejores cosas que me deja su carrera son los amigos y en eso estoy de acuerdo, porque la pelota es la que permitió conocerte, amigo y hermano del fútbol.
Ganó todo con el Olimpia (11 títulos de Liga y una Concacaf League), se convirtió en una figura icónica en el Houston Dynamo de la MLS y con la Selección Nacional pudo clasificar a dos Copas del Mundo. Me alegró muchísimo verlo en Brasil 2014 cumpliendo otro de sus tantos anhelos, jugar en un Mundial.
Un ser humano de mil puntos...
Siempre celebré tus triunfos y hoy celebro tu carrera, tu vida, tu calidad humana. Porque sos mejor ser humano que jugador de fútbol.
Tu solidaridad y compromiso con los más necesitados y tu amor incondicional por la gente que te vio nacer y crecer en el barrio Bella Vista de Comayagüela, son cosas que son dignas de admirar.
Hace algunas semanas, recuerdo que me escribiste para contactar a un niño llamado igual que vos, Boniek, oriundo de Comayagua. Días después cumpliste el sueño de este cipote de querer conocerte y compartir con vos un momento inolvidable. Esa es solo una muestra de tu gran corazón y de esa sensibilidad que siempre te caracteriza.
Te deseo lo mejor, Óscar. Seguí sonriendo al lado de tus grandes amores (Jaden, José, Lourdes y tu adorada Ivania). Seguí dejando huella en todo lo que venga para vos en tu carrera y en tu vida. Sos grande, Presidente.