En el fútbol todo parece eléctrico. De pronto se apaga la luz y mientras buscas el interruptor, lo encuentras, lo tocas y todo se ilumina. Y así se pasa de la oscuridad a la luz y viceversa cada tres días. Y en el camino las alegrías y las depresiones.
Es como navegar en las turbulentas aguas que llevan y traen emociones confusas y desequilibrantes. Hoy sos campeón y mañana no estás para competir. Hoy pocos sirven para vestir la camiseta o portar el escudo del equipo y de pronto todos son muy buenos.
La mentira enfrenta a la realidad. La mentira es que el Real Madrid no juega a nada, pero la realidad lo pone en primer lugar. La mentira es que Zidane no sabe nada de fútbol y la verdad es que no pierde en el Camp Nou.
Así es el fútbol. Es padecer la amargura de la derrota y disfrutar la dulzura de la victoria y esas peligrosas sensaciones de vivir en sus extremos. Así es el fútbol y eso a mí me gusta.