Tipo humilde. De campo. De allá, de tierra adentro. Nació y se creció entre sembradillos de hortalizas, huertos de sandía y el ordeño de vacas. Su padre, don Rigoberto Morazán (QEPD), siempre le inculcó ese amor por la agricultura y ganadería, pero en su viaje por la vida, además también cumplió su más grande sueño, convertirse en futbolista.
El protagonista principal de esta historia es Oliver Morazán, actualmente jugador de la Upnfm, pero que tuvo su paso por otros clubes como el Juticalpa, Vida y Real Sociedad, además de vivir sus mejores años defendiendo al equipo que amó siempre, desde niño, al Olimpia, donde no solo jugó, sino que también pudo ganar ocho títulos de Liga y una Copa Presidente. Nada mal para aquel cipote nacido en El Porvenir, Francisco Morazán.
Oliver es de cuna muy humilde y trabajadora. Tiene tres hermanos, uno es ingeniero agrónomo y otro industrial, él es el tercero y hay otro menor que él. Morazán es campechano al cien por ciento y eso lleva la plática con Juan Carlos durante la entrevista en Con Pineda Chacón, a lugares desconocidos.
“Yo me llevaba jugando en todas las aldeas de mi municipio, lo hacía desde muy joven. Se hacían los torneos entre escuelas entre todas las comunidades y pasábamos jugando todo el año. Mi papá era docente, lo tuve de adversario, él de entrenador y yo de jugador, era la comunidad del Terrero, a cinco kilómetros de El Porvenir”, comienza relatando.
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Y añade: “Siempre jugué de volante, era enlace, armador, correlón. A nosotros nos entrenaba en la escuela el profesor Paulino. Él fue jugador amateur, desde niño yo me descalzaba, jugaba a chuñas, eran vivencias muy bonitas. A veces nos estorbaban los zapatos, preferíamos jugar sin ellos”.
Juan Carlos Pineda la está pasa bien, sonríe y prosigue con la charla, pues Oliver, aunque no parece, es un gran conversador. “Le voy a contar una anécdota, creo que estaba en tercer grado, me fui a jugar al campo donde hoy es sintética. Nosotros hacíamos metas de bloque, estábamos jugando con una pelota de cuero, que no eran comunes, le poníamos forro, dolía. En una de esas un compañero iba a meter el gol y por salvar le pegué al bloque, lo quebré, pero también me quebró las uñas. El bloque quedó en dos partes, pero la uña también. Piñón me echaron, es algo sale de un árbol que tira leche y cicatriza rápido”, relató mientras soltaba sonrisas por todos lados.
Quería ser odontólogo…
Al Olimpia llegó cipote. De su tierra también son los hermanos Juan y Javier Flores (ambos exjugadores del cuadro merengue) y ellos le dieron una oportunidad en Segunda División del León, el equipo de toda su vida.
“Siempre fui rigioso para jugar, éramos varios amigos, pero en mí, miraron más dedicación. Para lograr cosas importantes a uno le tiene que gustar. Siempre tuve esa ilusión de jugar al fútbol profesional. Desde pequeño fui olimpista, miraba al Flaco Pineda, a Alex Pineda Chacón, su hermano y a Wilmer Velásquez, eran mis ídolos de la infancia”, recuerda.
Oliver confiesa que antes de convertirse en jugador profesional, su anhelo era ser un buen odontólogo. “Yo estaba sacando odontología en la Universidad, pero ya estaba en segunda división en el Olimpia, aunque mi formación la hice en El Porvenir. Javier (Flores) me trajo del pueblo. Me quería traer de 15 años, pero no pude venir porque me fui a estudiar a La Ceiba. Luego me vine a Tegucigalpa a seguir mi bachiller, hasta los 17-18 me fui a probar a Segunda División. Juan Flores era el técnico y logré quedarme”, explica.
Y prosigue: “No me gustaba la odontología, mi papá era docente, pero mi papá me dijo que estudien una carrera de futuro, ya sea medicina, odontología y así fue que me llamó la atención, pero no seguí porque ya estando en Primera era complicado. Solo saqué de 23 a 24 clases”.
Morazán asegura que aún tiene deseos de retomar la carrera de odontología, pues es algo que no descarta en el futuro a largo plazo. “Me gustaría hacerlo, creo que de las clases que saqué, algunas todavía me sirven”.
Su amor por las vacas
Su pasión por la vida de campo tiene una herencia clara, su padre, quien lamentablemente falleció hace dos años. “Fue antes de la pandemia, yo estaba jugando para la Real Sociedad en ese momento.
“En la comunidad del Terrero sembraba las hortalizas mi papá y tenía el ganado. Yo tengo vacas, mi papá fue dejando lo mejor. Es su legado. Cuando estoy en el campo, me levanto al as 5:00 am, allá uso la moto, estamos a cinco kilómetros y me voy a ordeñar”, comenta.
Y añade: “Yo en Olimpia tenía unos ahorros, me compré dos vacas, me costaron 20 mil cada una, fue algo que mi papá me implementó. Ahí va creciendo el ganado ahora. Lo poco que gané está invertido en el ganado. Quiero seguir en el fútbol, pero también implementar algunos proyectos que tengo en mente”.
El día que jugó contra Messi…
Oliver ha vivido momentos hermosos en el fútbol, pero nada se compara con el día aquel en el que le tocó jugar ante la Argentina de Lionel Messi, Kun, Di María, entre otras grandes estrellas.
En Con Pineda Chacón, Morazán recordó ese momento, que fue lindo, pero de manera paralela complicado por un episodio puntual entre él y el gran astro del fútbol mundial.
Fue el 27 de mayo del 2016 en el estadio Bicentenario en Argentina. Honduras cayó 1-0 y era dirigida por Jorge Luis Pinto, técnico con el que Oliver Morazán tuvo varias oportunidades de destacar.
El hecho ocurrió justo en el minuto 15 del segundo tiempo y Oliver lo recuerda así.
“Son sensaciones únicas, imagínese jugar contra el mejor del mundo, incluso hasta lo lesioné, ja, ja, ja. Todo mundo se acuerda que yo lo lastimé, pero fue accidental por Leverón medio lo desplaza, yo me lo quise quitar, solo me acordé de la lesión de Garrido, fue un rodillazo, el árbitro no pitó ni falta, pero a la gente no se le olvida", comienza describiendo.
"Los compañeros de él me encararon, pero Quioto se quedó alegando con ellos. Yo fui el camerino de Argentina, me encuentro al profesor Tata Martino, me dijo que estuviera tranquilo, ya se lo habían llevado al hospital, y me dijo que había sido algo circunstancial”, relata.
En ese momento el mundo puso los ojos sobre Oliver Morazán, el “culpable” de que el ídolo argentino y del Barcelona, tuvo que volver a España lastimado.
“Importante contusión ósea y de partes blandas de la parrilla costal izquierda (últimas tres costillas) y de zona paravertebral lumbar”, indicó el parte médico oficial de Argentina un día después de aquel día inolvidable para Morazán.
Con Oliver podés platicar sin parar. Solo falta la taza de café o una de leche, de la misma que él ordeña en su pueblo cada vez que está allá, feliz, disfrutando de la vida, de su familia, de ese legado que le dejó don Rigo, que desde el cielo sonríe con él.
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