El Girona selló este sábado su histórica clasificación para la próxima Champions League con un brillante triunfo contra el Barcelona (4-2) tras remontar en el derbi catalán de Montilivi que, además, sirvió para recuperar el segundo puesto y avivar el enésimo sueño del equipo de Míchel Sánchez, la Supercopa de España, y para dar el título de campeón al Real Madrid.
El cuadro local, invicto en Montilivi desde septiembre, inmerso en el mejor año de su vida, apenas el cuarto en la élite, logró la decimoquinta victoria ante su afición en 18 partidos de local con una remontada en diez minutos de la segunda mitad con doblete de Portu y gol de Miguel Gutiérrez, tras los tantos en el prime tiempo de Andreas Christensen, Artem Dovbyk y Robert Lewandowski.
El Girona revalidó el 4-2 de la primera vuelta y tiene 74 puntos por los 73 del Barça a falta de 12.
El partido tuvo un comienzo trepidante y vio dos tantos en los primeros cinco minutos. El Barça inauguró el marcador en el minuto 3: Christensen, en la frontal del área, domó con el pecho una pelota de Lamine Yamal y sin dejar que tocara el verde armó un disparo ajustado al palo derecho de Paulo Gazzaniga, imposible para el meta argentino.
La respuesta local fue inmediata (min. 4). Iván Martín corrió por el flanco izquierdo del ataque, dejó a Ronald Araújo en el suelo y envió un centro al área, el territorio de Dovbyk. El ariete ucraniano se elevó entre la defensa del Barça y, de cabeza, celebró su vigésimo gol para mantener las diferencias con el inglés del Real Madrid Jude Bellingham (18) en la tabla de goleadores.
Pero el Barça siguió llevando la iniciativa y acumulando ocasiones. Antes del cuarto de hoy pudieron marcar Ilkay Gundogan, Fermín López, Sergi Roberto y de nuevo Christensen en un córner en el que Gazzaniga, providencial, rechazó su cabezazo sobre la línea.
El Girona, habitual dominador, se veía encerrado en su mitad de campo, pero no parecía incómodo del todo porque atesora armas para hacer daño en transición. Sávio Moreira incordió a Jules Koundé, amonestado antes de llegar a la media hora. No podía detenerle.
Los locales, crecientes, también acariciaron el gol. Vía Tsygankov, novedad en el once como Sergi Roberto. La apuesta de Xavi por cuatro los centrocampistas, pese a renunciar a Raphinha, funcionó porque el Barça llegó hasta el 65% de posesión en la primera mitad.
El 1-2 pudo caer en un cabezazo de Gundogan que se estrelló contra el larguero y llegó en el añadido (45+1'), en un penalti cometido por Miguel Gutiérrez al resbalarse y caer sobre Lamine Yamal y señalado por Hernández Hernández a instancias del VAR. Lewandowski engañó a Gazzaniga.
El segundo acto arrancó pudo arrancar como acabó el primero, pero Iván Martín falló en el pase en un contragolpe y no supo conectar a Dovbyk, solo ante Marc-André ter Stegen.
El equipo de Míchel salió dispuesto a adelantar líneas asumiendo el riesgo de que el partido se rompiera. Así fue. El Barça, con espacios, pudo sentenciar el duelo antes de la hora, pero Lamine Yamal no encontró a Lewandowski y después Joao Cancelo chutó mal ante Gazzaniga.
Míchel redobló entonces su apuesta ofensiva con la entrada de Portu por David López, un central. Y el efecto fue instantáneo. No llevaba ni un minuto en el césped cuando Dovbyk recibió un pase atrás de Sergi Roberto, un error fatal. El de Reus le cedió la pelota para que restableciera la igualada, a placer.
El 2-2 fue en el 65 y en el 67 llegó el 3-2: Portu corrió por la banda en la enésima transición y puso la pelota en el área para Miguel, lateral sobre el papel. Su chut fue gol tras rebotar en Koundé.
Xavi recurrió a Pedri y Raphinha, pero la tarde era de Portu. Entendió un cambio de juego de Sávio como una asistencia y desde el vértice del área remató de volea para desatar la euforia en Montilivi con uno de los mejores goles de LaLiga. En nueve minutos celebró dos goles y una asistencia.
Montilivi, convertido en una fiesta, incluso se permitió aplaudir a Oriol Romeu el día de su regreso al estadio gerundense. En el 85' ya hacía la ola. Y en el añadido habría celebrado el 5-2, de Dovbyk o de Yangel Herrera, de no ser por Ter Stegen. No importó: celebró su clasificación para la próxima Liga de Campeones.
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