Cada vez que Mauricio Dubón, jardinero central de los Gigantes de San Francisco, aparece en la caja de bateo, la televisión revela un gráfico con sus números de la temporada, en el que también aparece un dato: “Segundo pelotero nacido en Honduras en jugar en las Grandes Ligas”.
¿Quién fue el primero?
Su nombre es Gerald Young.
El jugador nacido en la ciudad de Tela, Atlántida, creció en el sur de California donde se destacó en el deporte de la pelota chica para luego debutar a los 22 años jugando para los Astros de Houston, en 1987.
Los datos muestran que Young participó 8 temporadas en el béisbol profesional de los Estados Unidos, donde además jugó para los Rockies de Colorado y finalmente se retiró en los Cardenales de San Luis en 1994. Sus números, destacado por robar bases, logró un registro de 155 bases robadas. Conectó 3 cuadrangulares, bateando para un promedio abajo de 300 y superando las 100 carreras impulsadas.
¿Podemos menospreciar lo que hizo Gerald Young? Para nada!
Pero debemos tener algo muy claro, Mauricio Dubón es el #1.
No es para generar polémica, pero no existe comparación. Dubón nació y creció en San Pedro Sula, desde muy niño se enamoró del béisbol y gracias al apoyo e impulso de su familia se destacó en el juego en los campos de su ciudad natal.
La historia de cómo le llegó a Mauricio la oportunidad de emprender el viaje hacia los Estados Unidos es extraordinaria.
Con apenas 15 años, pero lleno de la confianza en sus cualidades deportivas y muchísima determinación, el joven Mauricio se despidió de su familia y dejó el país, con el propósito de alcanzar su sueño. El problema es que ese mismo sueño lo tienen millares de niños en el país del norte, y aunque abundan jóvenes jugadores latinoamericanos, el pasaporte hondureño no es ninguna referencia como para aspirar a una oportunidad.
En 2013 fue adquirido por los Medias Rojos de Boston, luego fue transferido a los Cerveceros de Milwaukee donde hizo su debut oficial antes de cumplir 25 años.
Pero su destino era volver al norte de California, el lugar donde se instaló al llegar a los Estados Unidos, donde residía la familia estadounidense que se lo llevó, lo adoptó y le proporcionó un hogar, con la noble intención de que aquel joven hondureño buscara alcanzar su sueño.
En una operación en la que Milwaukee recibiría 2 jugadores a cambio de su prospecto del campo corto, los Gigantes de San Francisco adquirieron al pelotero nacido en el corazón de Centroamérica, nacido en un país donde el béisbol apenas se practica y donde existe muy poco apoyo, pero donde un niño creció soñando en llegar a las Grandes Ligas y aunque hoy lo rotulan como el segundo jugador hondureño, en realidad él es el #1.
En la actualidad Mauricio Dubón es quizás el legionario hondureño más importante en el mundo. El nombre de Honduras está en lo más alto del deporte más importante de los Estados Unidos. Jugando apenas su segunda temporada, Dubón ya es un jugador querido y respetado, en uno de los equipos más laureados de las Grandes Ligas. El jugador con el #1 en su dorsal y con los colores de la bandera de su país en sus tacos, nos ha demostrado a todos los hondureños que se vale soñar y que si nos proponemos objetivos y trabajamos con dedicación podemos llegar a ser como él, como Mauricio Dubón, el #1.